La rebelión
es el derecho más digno que tenemos;
luego
se hacen monarcas
quienes fueron dignos,
y así
va siendo el hombre eternamente esclavizado por sí mismo.
Así es el mundo,
y así es que hay que tomarlo.
Algunos ya lo saben
y se echan a volar.
(Estos son pocos)
Pero el volar
no es ejercicio que se pueda gobernar desde el estrado
y siempre están proscritos;
son perseguidos,
acosados,
capturados…;
si alborotan demasiado
hasta pueden llegar a ser crucificados.
¡Cómo una piedra puede oír la llamada del mirlo!;
¡cómo un ciego saber
lo que es tener alas!
Policías,
controles,
pasaportes;
permisos para andar,
para ser el que eres,
para hacerte tu casa…;
y luego,
al fin,
al escapar,
más policías al otro lado de la aduana.
La rebelión nos redime y nos condena;
pero entremedias
rompimos a volar,
y eso nos basta.
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