martes, 10 de agosto de 2010

AQUEL QUE LOGRE FRANQUEAR EL INSALVABLE ABISMO…


Aquel que logre atravesar
el insalvable abismo
que separa lo relativo y lo absoluto,
habrá vencido la última barrera
que la razón se inventa
para alejarnos de nosotros mismos.

Es curioso que Dios esté por todas partes
y que uno no lo vea;
más chocante es aún que truenen los fusiles
y éste esté disparando
y aquel esté cayendo,
que aquel viva gozando
y éste lo haga sufriendo,
que éste muera llorando
y aquel se esté riendo…

No le demos más vueltas;
alguien que no nos quiere
nos retine
encadenados a este perverso sueño.

¿Y cómo despertar,
si no hay manera
de saber
si el aquí y el allí que nos separan
es la forma de vernos
de dos mundos ajenos,
o si el yo al que tu ves
y tu mirada
son los flancos opuestos
de una misma cadena?

Tendríamos que hallarle urgentemente una respuesta
a este problema,
y no hay manera.

Brilla una estrella allí,
y el sol
se alza en el horizonte
no se sabe bien donde;
se pone el sol aquí,
y tu mirada
despierta a la mañana.
¿Qué nos hermana entonces?

El frío
el dolor
el hambre nos hermana;
la luz
la primavera
el trino del jilguero que canta en la ventana
nos hermanan;
la ambición nos separa y nos iguala;
la libertad nos iguala y nos distancia;
la muerte nos redime a los dos de este barullo.
El absoluto es un espejo de espejismos.
Lo relativo un  espejismo en la mirada.

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