Este es el gran milagro:
lo que oyes,
lo que ves,
lo que tocas…
Ese negarse a aceptar lo que te dan por cierto;
ese dejar lo cierto
para buscar lo efímero;
ese perder lo efímero
para indagar lo incierto;
ese olvidar lo incierto
para alcanzar lo súbito:
lo que oyes,
lo que ves,
lo que tocas…
Este es,
de entre los inagotables atavíos con los que la vida prodiga su existencia,
el más grande de todos los milagros.
Y arriba
el sol,
acicalándote un rayito de luz en la retina.
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